Sabemos que cuando comemos, los alimentos nos aportan nutrientes necesarios para el funcionamiento de nuestro cuerpo. Si miramos las tablas nutricionales que suelen aparecer en los productos que compramos, veremos que se indica de de que tiene una composición de % de carbohidratos, % grasa, % proteína, % fibra...
También sabemos que una vez ingeridos, sufren una transformación, descomponiéndose en moléculas más pequeñas para que nuestro cuerpo, nuestras células, obtengan la energía y la materia necesaria para vivir.
Pero, ¿cuál sería el proceso? Por ejemplo, hemos dicho que el cuerpo tiene una pequeña reserva de glucosa en forma de glucógeno, el exceso de hidratos de carbono no utilizados se almacenan como grasa. En realidad no es algo simple, un conjunto de reacciones, catalizadas por enzimas, con vías distintas, en presencia o no de oxígeno, etc., procesos que difícilmente pueden entenderse si no se tienen algunas nociones sobre química orgánica.
Sin embargo, hemos encontrado una explicación relativamente comprensible y que puede servirnos para entender cómo se metabolizan los alimentos. Nos puede ayudar a entender el por qué algunas plantas como la caralluma fimbriata consideran que puede bloquear la formación de grasa.
Los compuestos orgánicos almacena energía en sus estructuras atómicas. Con ayuda de las enzimas, una célula degrada de forma sistemática moléculas orgánicas complejas con energía potencial a otras de menor energía.
Cuando un ser humano absorbe glucosa y otras pequeñas moléculas orgánicas a través del recubrimiento intestinal y su sangre la transporta a todo el cuerpo. El aumento del nivel de glucosa en sangre estimula al páncreas, el cual secreta insulina. Esta hormona estimula a las células para que capten la glucosa más rápido. Las células transforman la glucosa que reciben a glucosa-6- fosfato y así la atrapada dentro de su citoplasma. Sería el primer intermediario activo de la glucólisis.
Cuando la ingesta de glucosa excede de las demandas celulares de energía, los mecanismos de producción de ATP (podemos considerarla como una moneda de energía) se realizan a toda velocidad.
A menos que la célula utilice su ATP con rapidez, la concentración citoplasmático del mismo puede aumentar a niveles muy altos. Cuando eso ocurre, la glucosa-6- fosfato se desvía hacia una vía de biosíntesis. En esta vía, las unidades de glucosa se ensamblan y forman glucógeno, polisacárido de almacenamiento.
Esta vía se ve particularmente favorecida en las células musculares y hepáticas que mantienen las reservas más altas del glucógeno.
Cuando la persona no come, no entra glucosa a su sangre, de modo que su nivel disminuye. Si no se contrarrestara esto, el cerebro sufriría, ya que vive de glucosa. En todo momento, el cerebro capta más de dos terceras partes de la glucosa libre circulación porque sus muchos cientos de millones de células emplean este azúcar exclusivamente como su fuente preferida de energía.
El páncreas responde al descenso de glucosa secretando glucagón. Esta hormona estimula las células hepáticas, que transforman el glucógeno de nuevo a glucosa y lo envían a la sangre. Sólo las células hepáticas hacen esto, pues las musculares no ceden su glucosa. El nivel de glucosa en sangre aumenta, y las células cerebrales continúan funcionando. Por lo tanto, las hormonas controlan que las células del cuerpo utilice la glucosa libre como fuente de energía o la almacenan.
Sin embargo, en los humanos adultos, el glucógeno constituye tan sólo 1% aproximadamente de las reservas totales de energía del organismo, el equivalente energético a dos tazas de pasta cocida. A menos que la persona ingiera alimentos en forma regular, agotará las bajas reservas de glucógeno del hígado en menos de 12 horas.
Fuente bibliográfica: Biología: La unidad y diversidad de la vida, Escrito por Cecie Starr,Ralph Taggart
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sábado, 18 de agosto de 2012
viernes, 6 de abril de 2012
SHORTY: ¿VIENTRE PLANO AL INSTANTE?
¿Puede una faja ayudarnos a adelgazar?
Tengo una opinión bastante clara, creo o pienso que no sirven para que nuestro cuerpo deshaga la grasa ni perdamos 1 g de ella. Eso no significa que estéticamente nos permita ver mejor, pero no a adelgazar.
Pero tenemos la mente abierta así que cuando leemos un anuncio que nos habla de vientre plano... nos parece interesante echar un vistazo a esa milagrosa faja shorty
En esta ocasión el anunciante es garnier que a su gama de productos bodytonic hechos a base de alcanfor (propiedades calmantes y suavizante), gingko anti-acumulación (propiedades filtrantes que evitan la acumulación de grasa) extracto de té verde (propiedades estimulantes y drenantes), lipo–cafeína reductora (propiedades estimulantes), piel de mandarina (drenates)... para combatir la celulitis, se había juntado con la empresa Lytesslab para crear Shorty Reductor “muslos-vientre-glúteos” de Garnier.
Según leemos, nos ayuda a afinar la silueta, al igual que reducir el aspecto de la “piel de naranja” durante todo el día y sin esfuerzo
¡TE MUEVES Y FUNCIONA!, no os aseguran una triple eficacia para conseguir una talla menos, actuando de forma directa en la zona abdominal para conseguir el efecto de vientre plano. También nos dicen que se reduce el aspecto de piel de naranja, la piel se ve tonificada y uniforme, además de un efecto contra la celulitis por el efecto de las cápsulas de cafeína.
Perder una talla sin grandes complicaciones, especialmente en una zona como el vientre, seguro que es el sueño de muchos.
Pero, si funciona, quizás el tamaño de las tallas deberían ser mucho mayor ya que nos dicen que están disponibles:
Talla S-M: de 36 a 40
Talla L-XL: de 42 a 46
¿y qué pasa con los que realmente necesitamos perder peso? Si funciona en una persona de talla 36 a 42, por lógica, mejor debería funcionar en alguien que haga dieta y tenga una talla por encima de la 46.
No pondremos en duda si funciona o no. Quizás el mero hecho de sentir opresión en el estómago, nos recuerda de forma inconsciente que haya algo que queremos perder, que algo nos sobra, que tenemos un objetivo.
De todas maneras, esta faja shorty seguro que será efectiva si la combinamos diariamente pasando un buen rato siguiendo el ritmo de esta otra SHORTY
Tengo una opinión bastante clara, creo o pienso que no sirven para que nuestro cuerpo deshaga la grasa ni perdamos 1 g de ella. Eso no significa que estéticamente nos permita ver mejor, pero no a adelgazar.
Pero tenemos la mente abierta así que cuando leemos un anuncio que nos habla de vientre plano... nos parece interesante echar un vistazo a esa milagrosa faja shorty
En esta ocasión el anunciante es garnier que a su gama de productos bodytonic hechos a base de alcanfor (propiedades calmantes y suavizante), gingko anti-acumulación (propiedades filtrantes que evitan la acumulación de grasa) extracto de té verde (propiedades estimulantes y drenantes), lipo–cafeína reductora (propiedades estimulantes), piel de mandarina (drenates)... para combatir la celulitis, se había juntado con la empresa Lytesslab para crear Shorty Reductor “muslos-vientre-glúteos” de Garnier.
Según leemos, nos ayuda a afinar la silueta, al igual que reducir el aspecto de la “piel de naranja” durante todo el día y sin esfuerzo
¡TE MUEVES Y FUNCIONA!, no os aseguran una triple eficacia para conseguir una talla menos, actuando de forma directa en la zona abdominal para conseguir el efecto de vientre plano. También nos dicen que se reduce el aspecto de piel de naranja, la piel se ve tonificada y uniforme, además de un efecto contra la celulitis por el efecto de las cápsulas de cafeína.
Perder una talla sin grandes complicaciones, especialmente en una zona como el vientre, seguro que es el sueño de muchos.
Pero, si funciona, quizás el tamaño de las tallas deberían ser mucho mayor ya que nos dicen que están disponibles:
Talla S-M: de 36 a 40
Talla L-XL: de 42 a 46
¿y qué pasa con los que realmente necesitamos perder peso? Si funciona en una persona de talla 36 a 42, por lógica, mejor debería funcionar en alguien que haga dieta y tenga una talla por encima de la 46.
No pondremos en duda si funciona o no. Quizás el mero hecho de sentir opresión en el estómago, nos recuerda de forma inconsciente que haya algo que queremos perder, que algo nos sobra, que tenemos un objetivo.
De todas maneras, esta faja shorty seguro que será efectiva si la combinamos diariamente pasando un buen rato siguiendo el ritmo de esta otra SHORTY
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sábado, 15 de octubre de 2011
TODAS LAS CALORÍAS NO SON IGUALES
Algunas calorías que comemos son más propensas a engordarnos que otras. Por ejemplo, ciertos alimentos utilizan más energía durante el proceso de digestión que otros. Cada vez que comemos, nuestro cuerpo debe quemar calorías para poder descomponer el alimento, empujarlo hacia los intestinos y absorber los nutrientes.
Los investigadores ahora saben que nuestro cuerpo quema aproximadamente unas 40 calorías más por comida si esa comida es rica en proteínas, que si se trata de una comida rica en carbohidratos o grasas.
También se sabe que los alimentos ricos en proteínas tienden a provocar un aumento lento y constante del azúcar en la sangre, en tanto que los carbohidratos provocan ese aumento en mayor grado y más rápidamente.
Cuanto más lentamente sube nuestro nivel de azúcar en la sangre, menos cantidad de hormona insulina deberá secretar nuestro páncreas para eliminarlo.
Entre otras cosas, la insulina precipita el almacenamiento de grasa y el apetito. Es por esto por lo que sentimos hambre poco después de comernos una rosquilla aunque contenga 400 calorías.
Los carbohidratos altamente procesados son casi lo peor que podemos comer cuando deseamos perder peso y verlos mejor. Todos estos carbohidratos están hechos con harina blanca y azúcar blanco, los cuales están muy procesados. Para obtener la harina blanca, el procesador parte del trigo, otro tipo de comida sana. Sin embargo, una vez retirada su cáscara, únicamente queda la parte que dentro del grano, que no contiene nada de fibra y muy pocos nutrientes. Es tan malo para nosotros como una tableta de azúcar. La falta de fibra y las muchas calorías de los carbohidratos procesados provocan que éstos aceleren el flujo sanguíneo más rápidamente que cualquier otro alimento que comamos.
Los investigadores han probado cientos de alimentos y los han clasificado según la velocidad con la que suben los niveles de azúcar en la sangre, en una escala denominada índice glucémico. Los alimentos que puntuar alto en el índice, como el azúcar o las patatas, suben el nivel de azúcar rápidamente. Los alimentos que puntúan bajo en el índice, como las judías y la mayoría de las verduras, provocan un aumento de los niveles de azúcar lento y constante.
La cafeína del café eleva los niveles del cortisol de la sangre, provocando que los niveles de azúcar en sangre se disparen y que la insulina aumente.
Un sustituto podría ser el té verde, que contiene suficiente cafeína para estimularnos pero no tanta como para elevar los niveles de cortisol. Además, aporta una dosis saludable de polifenoles anticancerígeno, los cuales, según la ciencia, estimula el metabolismo.
Fuente: Programa fisico y nutricional definitivo/ The Ultimate New York Body Plan, libro escrito por David Kirsch
Los investigadores ahora saben que nuestro cuerpo quema aproximadamente unas 40 calorías más por comida si esa comida es rica en proteínas, que si se trata de una comida rica en carbohidratos o grasas.

Cuanto más lentamente sube nuestro nivel de azúcar en la sangre, menos cantidad de hormona insulina deberá secretar nuestro páncreas para eliminarlo.
Entre otras cosas, la insulina precipita el almacenamiento de grasa y el apetito. Es por esto por lo que sentimos hambre poco después de comernos una rosquilla aunque contenga 400 calorías.
Los carbohidratos altamente procesados son casi lo peor que podemos comer cuando deseamos perder peso y verlos mejor. Todos estos carbohidratos están hechos con harina blanca y azúcar blanco, los cuales están muy procesados. Para obtener la harina blanca, el procesador parte del trigo, otro tipo de comida sana. Sin embargo, una vez retirada su cáscara, únicamente queda la parte que dentro del grano, que no contiene nada de fibra y muy pocos nutrientes. Es tan malo para nosotros como una tableta de azúcar. La falta de fibra y las muchas calorías de los carbohidratos procesados provocan que éstos aceleren el flujo sanguíneo más rápidamente que cualquier otro alimento que comamos.
Los investigadores han probado cientos de alimentos y los han clasificado según la velocidad con la que suben los niveles de azúcar en la sangre, en una escala denominada índice glucémico. Los alimentos que puntuar alto en el índice, como el azúcar o las patatas, suben el nivel de azúcar rápidamente. Los alimentos que puntúan bajo en el índice, como las judías y la mayoría de las verduras, provocan un aumento de los niveles de azúcar lento y constante.
La cafeína del café eleva los niveles del cortisol de la sangre, provocando que los niveles de azúcar en sangre se disparen y que la insulina aumente.
Un sustituto podría ser el té verde, que contiene suficiente cafeína para estimularnos pero no tanta como para elevar los niveles de cortisol. Además, aporta una dosis saludable de polifenoles anticancerígeno, los cuales, según la ciencia, estimula el metabolismo.
Fuente: Programa fisico y nutricional definitivo/ The Ultimate New York Body Plan, libro escrito por David Kirsch
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miércoles, 12 de octubre de 2011
¿POR QUÉ Y QUÉ TIPOS DE CARBOHIDRATOS NOS PUEDEN HACER ENGORDAR?
Hemos hablado en diferentes artículos de los carbohidratos, la insulina y la serotonina.
Por si hubiera alguna duda sobre el tema, creemos que la explicación que nos ofrece Ann Fittante en su libro EL SABOR DE LA SALUD: MÁS DE 200 DELICIOSAS RECETAS PARA EQUILIBRAR EL AZÚCAR EN LA SANGRE DE FORMA NATURAL resulta bastante esclarecedor, además de muy útil para personas que también sufre de diabetes.
Todo el mundo tiene glucosa en sangre. La glucosa es el combustible que alimenta a todas las células del cuerpo.
Al comer, el cuerpo descompone los alimentos y los convierte en glucosa, la cual se introduce al torrente sanguíneo. Entonces ese proceso activa el páncreas para que se produzca la hormona insulina. La insulina es como una llave que abre las células para permitir que entre la glucosa. Una vez en el interior de las células, la glucosa se utiliza como combustible o bien se almacena en el hígado o en los músculos para utilizarse más adelante.
La cantidad de insulina necesaria para abrir las células depende de lo que comemos. Algunos alimentos tardan más tiempo que otros en descomponerse y convertirse en glucosa. Aquellos que se descomponen lentamente proporcionan una menor cantidad de glucosa para que el cuerpo la absorba a lo largo de un período de tiempo mayor; a su vez, el páncreas responde al liberar la insulina más lentamente. Y lo que es incluso mejor, cuando el azúcar en sangre se eleva de manera gradual, baja igual de lentamente a lo largo del tiempo. Esta suave subida y bajada en realidad pone freno a los antojos de comida.
Por contraste, cuando los alimentos se descomponen y se introducen el torrente sanguíneo rápidamente, el páncreas tiene que fabricar rápidamente mucha insulina para transportar la glucosa desde la sangre hasta las células. Y una vez que la insulina ha extraído la glucosa de la sangre, el nivel de ésta baja tanto que provoca antojos, comilonas y aumento de peso.
Básicamente, entre más rápido se introduce la glucosa en la sangre, más rápidamente se eleva la insulina... y más rápidamente cae en picada el nivel de azúcar en la sangre cuando la insulina comienza a actuar. Este patrón de altibajos rápidos en los niveles de azúcar en la sangre representa un problema, tanto para la salud general como para el peso.
Con el tiempo, se come en exceso y se puede acumular una excesiva grasa corporal, la cual puede hacer que las células ignoren la señal de la insulina para que saque la glucosa de la sangre. En esta afección, lo que se conoce como resistencia a la insulina, la glucosa se queda afuera de las células sin poder entrar y se convierte en grasa, la cual termina depositada en las caderas, cintura y trasero.
Los diferentes tipos de carbohidratos afectan de manera diferente el azúcar en la sangre la liberación de insulina. Y esos carbohidratos que provoca la mayoría de los altibajos en los niveles de glucosa nos dejan con unas terribles punzadas de hambre. Además, el exceso de calorías que consumimos debido a las fluctuaciones del azúcar en la sangre es lo que hace que subamos de peso.
Los carbohidratos que se encuentran en alimentos como las legumbres, verduras, cereales integrales... son carbohidratos sin refinar, ricos en fibra y tardan más tiempo en digerirse, lo cual a la larga ayuda a retardar la absorción, son carbohidratos de absorción lenta, los cuales retardan la conversión de carbohidratos en glucosa.
Los carbohidratos refinados, que se encuentran en el pan blanco, pasta blanca, galletas y productos panificados... carecen de la fibra, es eliminada cuando los granos son molidos. Al ingerirlos pasan a toda velocidad por el intestino e inundan de glucosa al torrente sanguíneo, haciendo que se eleven muchísimo los niveles de insulina. Si se consumen demasiados esos carbohidratos de absorción rápida el cuerpo tiene más glucosa de la que necesita y ese exceso se convierte en grasa corporal.
Y aún peor es esa subida de insulina seguida de una caída de azúcar en la sangre, que provoca un hambre falsa que con demasiada frecuencia se satisface con todavía más carbohidratos de absorción rápida. Se trata de un círculo vicioso: comemos alimentos con carbohidratos de absorción rápida porque tenemos hambre; el azúcar en la sangre y la insulina suben por las nubes; luego el azúcar en la sangre cae en picada nos entran unos antojos repentinos bien fuertes, de modo que ingerimos más carbohidratos de absorción rápida porque tenemos hambre... y empezamos a subir, subir y subir de paso.

Por si hubiera alguna duda sobre el tema, creemos que la explicación que nos ofrece Ann Fittante en su libro EL SABOR DE LA SALUD: MÁS DE 200 DELICIOSAS RECETAS PARA EQUILIBRAR EL AZÚCAR EN LA SANGRE DE FORMA NATURAL resulta bastante esclarecedor, además de muy útil para personas que también sufre de diabetes.
Todo el mundo tiene glucosa en sangre. La glucosa es el combustible que alimenta a todas las células del cuerpo.
Al comer, el cuerpo descompone los alimentos y los convierte en glucosa, la cual se introduce al torrente sanguíneo. Entonces ese proceso activa el páncreas para que se produzca la hormona insulina. La insulina es como una llave que abre las células para permitir que entre la glucosa. Una vez en el interior de las células, la glucosa se utiliza como combustible o bien se almacena en el hígado o en los músculos para utilizarse más adelante.
La cantidad de insulina necesaria para abrir las células depende de lo que comemos. Algunos alimentos tardan más tiempo que otros en descomponerse y convertirse en glucosa. Aquellos que se descomponen lentamente proporcionan una menor cantidad de glucosa para que el cuerpo la absorba a lo largo de un período de tiempo mayor; a su vez, el páncreas responde al liberar la insulina más lentamente. Y lo que es incluso mejor, cuando el azúcar en sangre se eleva de manera gradual, baja igual de lentamente a lo largo del tiempo. Esta suave subida y bajada en realidad pone freno a los antojos de comida.
Por contraste, cuando los alimentos se descomponen y se introducen el torrente sanguíneo rápidamente, el páncreas tiene que fabricar rápidamente mucha insulina para transportar la glucosa desde la sangre hasta las células. Y una vez que la insulina ha extraído la glucosa de la sangre, el nivel de ésta baja tanto que provoca antojos, comilonas y aumento de peso.
Básicamente, entre más rápido se introduce la glucosa en la sangre, más rápidamente se eleva la insulina... y más rápidamente cae en picada el nivel de azúcar en la sangre cuando la insulina comienza a actuar. Este patrón de altibajos rápidos en los niveles de azúcar en la sangre representa un problema, tanto para la salud general como para el peso.
Con el tiempo, se come en exceso y se puede acumular una excesiva grasa corporal, la cual puede hacer que las células ignoren la señal de la insulina para que saque la glucosa de la sangre. En esta afección, lo que se conoce como resistencia a la insulina, la glucosa se queda afuera de las células sin poder entrar y se convierte en grasa, la cual termina depositada en las caderas, cintura y trasero.
Los diferentes tipos de carbohidratos afectan de manera diferente el azúcar en la sangre la liberación de insulina. Y esos carbohidratos que provoca la mayoría de los altibajos en los niveles de glucosa nos dejan con unas terribles punzadas de hambre. Además, el exceso de calorías que consumimos debido a las fluctuaciones del azúcar en la sangre es lo que hace que subamos de peso.
Los carbohidratos que se encuentran en alimentos como las legumbres, verduras, cereales integrales... son carbohidratos sin refinar, ricos en fibra y tardan más tiempo en digerirse, lo cual a la larga ayuda a retardar la absorción, son carbohidratos de absorción lenta, los cuales retardan la conversión de carbohidratos en glucosa.
Los carbohidratos refinados, que se encuentran en el pan blanco, pasta blanca, galletas y productos panificados... carecen de la fibra, es eliminada cuando los granos son molidos. Al ingerirlos pasan a toda velocidad por el intestino e inundan de glucosa al torrente sanguíneo, haciendo que se eleven muchísimo los niveles de insulina. Si se consumen demasiados esos carbohidratos de absorción rápida el cuerpo tiene más glucosa de la que necesita y ese exceso se convierte en grasa corporal.
Y aún peor es esa subida de insulina seguida de una caída de azúcar en la sangre, que provoca un hambre falsa que con demasiada frecuencia se satisface con todavía más carbohidratos de absorción rápida. Se trata de un círculo vicioso: comemos alimentos con carbohidratos de absorción rápida porque tenemos hambre; el azúcar en la sangre y la insulina suben por las nubes; luego el azúcar en la sangre cae en picada nos entran unos antojos repentinos bien fuertes, de modo que ingerimos más carbohidratos de absorción rápida porque tenemos hambre... y empezamos a subir, subir y subir de paso.

Fragmentos extraídos del libro EL SABOR DE LA SALUD: MÁS DE 200 DELICIOSAS RECETAS PARA EQUILIBRAR EL AZÚCAR EN LA SANGRE DE FORMA NATURAL de Ann Fittante
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sábado, 30 de julio de 2011
LOS CARBOHIDRATOS BUENOS
¿Son todas las calorías iguales? Según explicamos en un artículo anterior basado en el libro ULTRAMETABOLISMO: UN PLAN SENCILLO PARA BAJAR DE PESO la clase de calorías que nosotros consumimos tienen un gran impacto sobre nuestro peso ya que cada alimento se metaboliza de manera distinta, ejercer un efecto directo sobre el cómo funciona nuestro metabolismo.
Tal como nos decía su autor: los alimentos les hablan a los genes.
Siguiendo esa idea, podríamos preguntarnos ¿son todas las grasas iguales? ¿Son todos los carbohidratos iguales?
La respuesta me parece un tanto lógica: no. No es la primera vez que expongo esa idea, por ejemplo, para rebatir el concepto o el mito que asegura que cenar hidratos de carbono engorda. ¿Son equiparables unos macarrones con una lechuga?
«Los carbohidratos son el alimento más importante en nuestra dieta para mantener una buena salud a largo plazo. Sin carbohidratos no duraríamos mucho. Los carbohidratos que se encuentran en estado natural, contienen la mayoría de los nutrientes esenciales y químicos especializados que nos mantienen saludables y que activan el metabolismo», se recoge en el libro.
Sin embargo, en lo que se basa, no sólo este autor, es en el hecho de que nuestro organismo no ha tenido tiempo para evolucionar a los cambios alimenticios a los que ahora le sometemos ya que la gran mayoría de productos que consumimos están hecho con carbohidratos procesados y refinados que enlentencen nuestro metabolismo y contribuyen a que aparezcan enfermedades asociadas con el envejecimiento como sería la diabetes, enfermedad coronaria, la demencia y el cáncer.
Personalmente no sé si esta idea es un tanto extremista ya que llega a hablar de la «amenaza blanca» refiriéndose a la harina y azúcar blanco, pero resulta interesante tener en cuenta.
La recomendación sería inclinarnos por el consumo de carbohidratos buenos, es decir, aquellos que contienen fitonutrientes.
¿Qué son los fitonutrientes?
Son químicos curativos de las plantas y se encuentran sólo en ciertos tipos de carbohidratos, en alimentos vegetales. La única manera de proporcionar a nuestro cuerpo esa sustancia es comer vegetales enteros y sin procesar.
Los fitonutrientes ayudan a activar los genes que hacen quemar grasa y envejecer más lentamente. Son la fuente de los antioxidantes más poderosos de la naturaleza y reducen el estrés oxidante. Con ello conseguimos reducir la inflamación y el cambio de las mitocondrias, factores que alteran el metabolismo.
¿Dónde se encuentran los fitonutrientes? En los vegetales en estado no adulterado: frescos, enteros, sin procesar; verduras, frutas, nueces, frijoles o vistantes, semillas, granos enteros...
Cada día se descubren en los alimentos más fitonutrientes que defienden de las enfermedades. He aquí algunos ejemplos: isoflavones en alimentos de soja, lignanos en las semillas de linaza, catequinas en el té verde, polifenoles en la cocoa, glucosinolatos en el brócoli, carnosol en el Romero, resveratrol en el vino rojo.
Entre mayo varios y color más profundo de los alimentos vegetales, mayor será la concentración de fitonutrientes y mayor el poder para prevenir la enfermedad y promover la pérdida de peso.
Cuando los carbohidratos son procesados, muchas de sus propiedades fitonutritivas se eliminan. Esta es una de las razones por las que los carbohidratos procesados son malos, ya que básicamente son calorías vacías, carentes de vitaminas, minerales y fitonutrientes.
En líneas generales, según nos dice su autor, para conocer qué alimentos tienen un alto índice de fitonutrientes serían todos aquellos que al mismo tiempo cumplen con el concepto que cada vez ha tomado más fuerza, se trata del índice o carga glucémica.
Tomamos como fuente el libro ULTRAMETABOLISMO/ULTRAMETABOLISM: UN PLAN SENCILLO PARA BAJAR DE PESO AUTOMÁTICAMENTE escrito por Mark Hyman,Maria Candelaria Posada
Tal como nos decía su autor: los alimentos les hablan a los genes.
Siguiendo esa idea, podríamos preguntarnos ¿son todas las grasas iguales? ¿Son todos los carbohidratos iguales?
La respuesta me parece un tanto lógica: no. No es la primera vez que expongo esa idea, por ejemplo, para rebatir el concepto o el mito que asegura que cenar hidratos de carbono engorda. ¿Son equiparables unos macarrones con una lechuga?
«Los carbohidratos son el alimento más importante en nuestra dieta para mantener una buena salud a largo plazo. Sin carbohidratos no duraríamos mucho. Los carbohidratos que se encuentran en estado natural, contienen la mayoría de los nutrientes esenciales y químicos especializados que nos mantienen saludables y que activan el metabolismo», se recoge en el libro.
Sin embargo, en lo que se basa, no sólo este autor, es en el hecho de que nuestro organismo no ha tenido tiempo para evolucionar a los cambios alimenticios a los que ahora le sometemos ya que la gran mayoría de productos que consumimos están hecho con carbohidratos procesados y refinados que enlentencen nuestro metabolismo y contribuyen a que aparezcan enfermedades asociadas con el envejecimiento como sería la diabetes, enfermedad coronaria, la demencia y el cáncer.
Personalmente no sé si esta idea es un tanto extremista ya que llega a hablar de la «amenaza blanca» refiriéndose a la harina y azúcar blanco, pero resulta interesante tener en cuenta.
La recomendación sería inclinarnos por el consumo de carbohidratos buenos, es decir, aquellos que contienen fitonutrientes.
¿Qué son los fitonutrientes?
Son químicos curativos de las plantas y se encuentran sólo en ciertos tipos de carbohidratos, en alimentos vegetales. La única manera de proporcionar a nuestro cuerpo esa sustancia es comer vegetales enteros y sin procesar.
Los fitonutrientes ayudan a activar los genes que hacen quemar grasa y envejecer más lentamente. Son la fuente de los antioxidantes más poderosos de la naturaleza y reducen el estrés oxidante. Con ello conseguimos reducir la inflamación y el cambio de las mitocondrias, factores que alteran el metabolismo.
¿Dónde se encuentran los fitonutrientes? En los vegetales en estado no adulterado: frescos, enteros, sin procesar; verduras, frutas, nueces, frijoles o vistantes, semillas, granos enteros...
Cada día se descubren en los alimentos más fitonutrientes que defienden de las enfermedades. He aquí algunos ejemplos: isoflavones en alimentos de soja, lignanos en las semillas de linaza, catequinas en el té verde, polifenoles en la cocoa, glucosinolatos en el brócoli, carnosol en el Romero, resveratrol en el vino rojo.
Entre mayo varios y color más profundo de los alimentos vegetales, mayor será la concentración de fitonutrientes y mayor el poder para prevenir la enfermedad y promover la pérdida de peso.
Cuando los carbohidratos son procesados, muchas de sus propiedades fitonutritivas se eliminan. Esta es una de las razones por las que los carbohidratos procesados son malos, ya que básicamente son calorías vacías, carentes de vitaminas, minerales y fitonutrientes.
En líneas generales, según nos dice su autor, para conocer qué alimentos tienen un alto índice de fitonutrientes serían todos aquellos que al mismo tiempo cumplen con el concepto que cada vez ha tomado más fuerza, se trata del índice o carga glucémica.

Tomamos como fuente el libro ULTRAMETABOLISMO/ULTRAMETABOLISM: UN PLAN SENCILLO PARA BAJAR DE PESO AUTOMÁTICAMENTE escrito por Mark Hyman,Maria Candelaria Posada
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