martes, 5 de abril de 2011

¿POR QUÉ NO A DIETAS HIPOCALÓRICAS?

El otro día hablando con un amigo me di cuenta que había un concepto que no tenía del todo claro.
Hemos definido en varias ocasiones lo que es el ÍNDICE DE MASA CORPORAL (IMC), un concepto cada día más extendido entre los nutricionistas y medicina en general. O, mejor dicho, más que definirlo hemos indicado como se mide: se trataría de dividir el peso en kilogramos entre el cuadrado de la altura indicada en metros.IMC = peso/h²
De esa división obtenemos un resultado... pero, ahí me surgió la duda el otro día: ¿cuál es el valor de obesidad mórbida?
En definitiva, si cualquiera de nosotros realizamos el cálculo, ¿sabemos exactamente lo que indica ese número?
He encontrado una tabla en el que no sólo se resume la relación de índice con la clase de peso sino también el nivel de riesgo que supone para nuestra salud en un artículo de Isaac Amigo y Concepción Fernández (de La Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo-España) bajo el título EL EFECTO IATROGÉNICO DE LAS DIETAS.
Tabla 1. Niveles de peso y su riesgo para la salud
IMC             Clase de peso     Nivel de riesgo
18,5-24,9      Peso normal              Nulo
25-26,9     Sobrepeso grado I        Nulo
27-29,9     Sobrepeso grado II      Ligero
30-34,9    Obesidad grado I         Moderado
35-39,9    Obesidad grado II        Elevado
> 40        Obesidad mórbida         Muy elevado

Sin embargo, no es sólo esta tabla los únicos puntos importantes que se recogen en este artículo ya que en este estudio se revisaban las consecuencias de las dietas hipocalóricas a corto y a largo plazo, indicando como tantos otros autores que las dietas son responsables en parte del incremento de transtornos de alimentación y del efecto yoyo.
Me parece interesante compartir con todos vosotros las conclusiones a las que se llegan en este artículo, ya que desde un buen principio mencioné que intentaría evitar este tipo de dietas, justo por los motivos que en este artículo se recogen. Es mi experiencia la que me hace estar totalmente de acuerdo con lo que en él se expone y me sirve de argumento para justificar mi total oposición a dietas hipocalóricas. Ahora ya no es sólo una opinión sino la conclusión de diferentes investigaciones. Entramos ya en materia:
Cualquier dieta que restrinja de un modo significativo el consumo de calorías provoca una pérdida de peso. Ahora bien, más allá de ese conocido efecto se esconden otras consecuencias que han sido observadas sistemáticamente en la investigación clínico-experimental.
En un estudio del siglo pasado se sometió a un grupo de voluntarios (objetores de conciencia norteamericanos de la Segunda Guerra Mundial) a un programa experimental para estudiar los efectos del hambre sobre el organismo. Durante los tres primeros meses de la investigación, los jóvenes, que inicialmente mostraban un peso normal, fueron alimentados regularmente. Pasado ese tiempo y establecidas cuáles eran sus necesidades calóricas básicas, se les sometió una dieta en la que se les permitía comer tan sólo la mitad de lo que comían habitualmente con el objeto de que redujeran un 25% del peso. 
Al principio, los sujetos, aunque estaban constantemente hambrientos, empezaron a perder peso rápidamente. Sin embargo, ese rápido ritmo inicial de pérdida de peso no duró mucho, ya que llegado un momento, se acercó que esas personas tenían que reducir aún más el consumo de alimentos y calorías para continuar con la reducción de peso, lo que hizo que algunos abandonaran la investigación. Al final de estos tres meses de dieta los sujetos que la completaron lograron alcanzar el objetivo propuesto. En una tercera fase de la investigación, se reintrodujo la alimentación normal previa a la dieta de una manera gradual. Sin embargo, los sujetos, que durante la fase de restricción alimentaria había mostrado, además, importantes cambios de humor y cierta obsesión con los alimentos y los sabores, dieron muestras de una enorme voracidad, comiendo todo cuanto podían. Algunos llegaron a comer hasta cinco comidas completas en un solo día, por todo lo cual la recuperación de peso fue más rápida de lo esperado y, incluso algunos sujetos engordaron claramente por encima de su peso inicial.
A modo de anécdota, cabría señalar también que, al menos la mitad de los sujetos, los cambios que se habían producido en su estado de humor se mantenían aún después de haber recuperado totalmente el peso. En definitiva, los resultados de este trabajo mostraron el lado negativo y menos conocido de las dietas hipocalóricas: dificultad que cada día se hace mayor a medida que avanza la dieta para perder peso hasta un punto en que es necesario reducir aún más el consumo de alimentos para seguir bajando; altísima probabilidad de recuperar en el futuro parte, todo o incluso un peso superior al inicial; episodios de voracidad tras la dieta y cambios en el estado de ánimo como fatiga, depresión o irritabilidad.


  • EFECTOS INMEDIATOS DE LAS DIETAS HIPOCALÓRICAS:
    Una primera consecuencia es su alta probabilidad de abandono. La mitad de las personas suelen dejar la dieta dentro del primer mes de inicio entre otras razones por la lentitud de los resultados. Por otra parte, aquellos que completar el ciclo encuentran que cada día se va desacelerando la pérdida de peso debido fundamentalmente al descenso del metabolismo basal que se traduce en la reducción del gasto energético del organismo en torno a un 10 ciento. Éste hecho de suma importancia porque permitiría explicar el «efecto suelo» de estas dietas por él. Lo cual a pesar de la restricción calórica el organismo deja de perder peso. Para seguir bajando sería necesaria una restricción calórica adicional.
    Este comportamiento biológico hablaría en favor de la existencia de un mecanismo regulador del peso, tal como se postula en la teoría setpoint: según ella, cuando las personas se someten a una dieta severa y comienzan a perder peso rápidamente su metabolismo se desacelera con objeto de reducir la necesidad calórica, al tiempo que el organismo reduce su actividad física para incrementar la conservación de la energía. Eso permitiría explicar por qué los jóvenes y voluntarios del experimento to dejaron de perder peso aun cuando habían reducido su consumo de calorías en un 50%. Inversamente cuando el organismo inquiere un exceso de calorías se incrementa la velocidad del metabolismo para mantener el peso.
    ... tras la rápida pérdida inicial del peso, el organismo reacciona estableciendo un. De resistencia que parecería adecuado no traspasar ya que para conseguirlo es necesario hacer un esfuerzo de restricción suplementario que puede agravar el estado de fatiga, irritabilidad y de presión asociado a las dietas. Y ese estado puede hacer más probable la violación de la dieta y los episodios de voracidad compensatorio, el «efecto de la manzana prohibida».

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