martes, 11 de enero de 2011

UN GUIÑO A LA PREHISTORIA

Hace días que no he querido postear ningún artículo más que nada por mi mala conciencia porque en estas fechas ha sido imposible no dejar de comer esto y aquello y lo de más allá...
En fin, tampoco se trata de que uno no pueda disfrutar de fiestas como la de Navidad y viva atormentado contando calorías. Queremos adelgazar, pero sobre todo ser felices.
Aunque no, felicidad no debe ser sinónimo de comida, pero sí, ¿por qué no permitirnos algunos pequeños deslices que nos endulcen alguna fecha señalada? Ya nos pondremos después manos a la obra.

Vivimos en una sociedad de consumo, rodeados de cosas apetitosas que ponen en jaque a nuestra voluntad, ya que no es fácil vencer la tentación. Pasteles, bombones, helados... dulces que llama nuestra atención. Demasiados azúcares refinados, grasas, etc. coinciden en prácticamente todos los libros de nutrición que he leído.
Supongo que deberíamos mirar atrás para comprobar que nunca ha habido tanto exceso como en nuestros días, supongo que eso es lo que pensó Loren Cordain, autor de LA DIETA PALEOLITICA.
¿En qué consiste esta dieta?
Casi todos los problemas de salud actuales, afirma el doctor Loren Cordain, son la consecuencia directa de lo que comemos… y de lo que no. Autoridad mundial en genética y alimentación del Paleolítico, el autor propone una nueva dieta, contrastada científicamente, basada en aquellos alimentos que consumían nuestros antiguos ancestros: más proteínas (pescado, marisco y ciertas carnes), menos cereales, más frutas y verduras, y una reducción drástica de las grasas saturadas.
En el Paleolítico, afirma Loren Cordain, los seres humanos no padecían diabetes ni hipertensión, no sufrían de obesidad ni tenían alto el colesterol. Sólo mucho después, con el advenimiento de las sociedades agrícolas, empezaron a gestarse los problemas de salud que causan estragos hoy día.

Y yo, no es por llevar la contraria, me pregunto si en el paleolítico los humanos tenían ocasión de ir al médico para controlarse el nivel de azúcar o la tensión. No, creo que por aquella época la medicina todavía era una ciencia desconocida. Y puestos a pensar, creo que sería el hambre una de las causas de mortalidad, dejando aparte al sinfín de depredadores a los que se les haría la boca agua viendo a un saquito de huesos, es decir, la raza animal menos ágil, más torpe... pero con un gran don, la inteligencia.
Y es que el otro día vi un documental muy interesante sobre el cerebro humano y su forma de actuar en situaciones extremas. Era increíble que alguien pudiera sobrevivir a esos límites, y se decía que nuestro cerebro nos enviaba la señal, a través del apetito, de aquello que necesitábamos, de lo que realmente necesitábamos. En un caso una persona se quedó a la deriva y sólo comía lo que podía pescar desde sus flote. Se describía como esa persona de forma instintiva a la hora de comer prefería aquellas vísceras que en otra ocasión a muchos nos repugnaría, siento herir vuestra sensibilidad, se trataba del hígado, los ojos... porque el pescado en sí tendría mucha proteína pero las vitaminas, decían en el documental, básicamente estaban en esas vísceras.
Pero, hablar del paleolítico, ¿no sería acaso también una situación límite?
La dieta paleolítica propone recuperar los alimentos que privilegiaban las sociedades de cazadores-recolectores. Así, a diferencia de otras dietas, nos anima a consumir más proteínas (como las presentes en el pescado o en las carnes magras) y más grasas saludables (como las que aportan los frutos secos) para mejorar nuestro metabolismo y disminuir nuestro apetito.

Francamente, tampoco me parece un menú muy atractivo al menos por lo que puedo leer en wikipedia: «La economía era cazadora-recolectora muy sencilla, con ella conseguían comida, leña y materiales para sus herramientas, ropa o cabañas. La caza era escasamente importante al principio del Paleolítico, predominando la recolección y el carroñeo. A medida que el ser humano progresa física y culturalmente la caza va ganando importancia:
* Los primeros homínidos apenas sabían cazar, especialmente los australopitecos y Homo habilis. Vivían de la recolección de vegetales comestibles (tubérculos, raíces, cortezas y brotes tiernos, frutas y semillas); de capturar pequeños animales (insectos, reptiles, roedores, polluelos, huevos...) y de animales muertos o enfermos que encontraban (carroña, sobre todo)
* Los arcántropos ya cazaban, pero su verdadera base alimenticia siguió siendo la recolección y la carroña o las capturas oportunistas y con trampas. De hecho, los grandes yacimientos de Torralba y Ambrona (provincia de Soria, España),[3] donde los humanos despiezaban enormes elefantes antiguos (de hasta 20 tn de peso), no eran cazaderos, sino lugares de carroñeo.
* Los verdaderos homínidos cazadores son los neandertales y los humanos modernos que, sin embargo, nunca dejaron de comer vegetales, pequeños animales o carroña. La caza casi siempre se hacía por medio de trampas. El Hombre de Neandertal y el hombre moderno también aprendieron a pescar por medio de arpones, redes o anzuelos.

Y ahora, ¡tanta preocupación por la fecha de caducidad! No sé, no sé, creo que prefiero que me sobren unos cuantos kilitos.

Fragmentos extraídos del libro LA DIETA PALEOLÍTICAde Loren Cordain
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En inglés:



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