miércoles, 4 de mayo de 2011

GASTO CALÓRICO TOTAL (TEE)

Para la determinación del gasto calórico total se consideran básicamente tres componentes: metabolismo basal (RMR), termogénesis postprandial y actividad física. Cada uno de estos tres componentes está sobre determinado por variables genéticas y ambientales.
La actividad física es uno de los elementos más variables y menos predecibles en el gasto energético, modificado voluntariamente al contrario de los otros factores.

Para el cálculo del gasto metabólico basal del obeso es necesario determinar previamente la composición corporal y su correspondiente masa libre de grasa para evitar errores. El metabolismo basal corresponde a la suma de las actividades metabólico de cada uno de los diferentes tejidos y órganos del cuerpo. Actualmente es prácticamente imposible determinar el gasto energético de cada órgano aislado, estas mediciones son posibles a nivel experimental, determinando la producción de CO2 y el consumo de oxígeno en un determinado órgano por medio de mediciones arterio-venosas directas.
La mayor parte de metabolismo basal está dado por órganos con elevados niveles de actividad metabólica como son el hígado, los riñones, el cerebro y el corazón. Éstos órganos representan, sin embargo, una mínima proporción (menos del 10%) del peso corporal total. La masa muscular, que corresponde un 40% del peso corporal, contribuir tan sólo con un 22% al metabolismo basal, lo cual significa que en reposo e su gasto es 35 veces menor que la del riñón o al corazón.
El tejido con una menor actividad metabólica es el tejido adiposo y contribuye con un 4% al gasto energético basal. Éste valor puede incrementarse hasta un 10% en a obesos con gran cantidad de tejido graso.

El gasto energético postprandial alcanza aproximadamente un 10% el gasto calórico total de un individuo sedentario a las 24 horas y está determinado por la digestión, absorción, metabolismo y depósito de los nutrientes, así como la correspondiente producción de calor. Esta termogénesis de los alimentos varía de acuerdo con el tipo de cantidad de nutrientes. Mientras que para las grasas es de un 2%, para las proteínas Este valor corresponde a un 22% y para los carbohidratos, en promedio, aún 8% de la energía ingerida.
Otros factores implicados en la termogénesis son la edad, el sexo, la composición corporal, el sistema nervioso autónomo, diferentes hormonas y factores genéticos y familiares.
El gasto energético total para un peso determinado se incrementa proporcionalmente con el peso corporal, principalmente debido al mayor costo energético de la actividad física.

El peso corporal en sí es un factor determinante del gasto calórico, tanto en condiciones de reposo como durante el ejercicio.
Este hecho explica en parte los grandes inconveniente que tiene los pacientes obesos para sostener la reducción de peso inicial, lograda con un gran esfuerzo físico y psicológico. Como consecuencia de la reducción del peso corporal se produce una disminución en los tres componentes del gasto energético lo cual hace cada vez más difícil mantener un balance calórico negativo. El metabolismo basal se reduce como resultado de adaptaciones hormonales y reducción de la masa muscular. La termogénesis inducida por los alimentos sufre igualmente una reducción debido a la baja ingesta calórica y proteica. Por último, el costo energético de la actividad física se ve disminuido en el paciente que ha reducido su peso, pues debe cargar menos cantidad de grasa corporal que antes.

Metabolismo de grasas y carbohidratos
La respuesta metabólica a una comida rica en grasas consiste en un aumento en almacenamiento de la grasa en el tejido adiposo con una mínima oxidación en casos de aumentos agudos en el gasto energético.
Se ha demostrado que la ingesta alta en grasas durante varias semanas es capaz de inducir una variación preferencial de lípidos, es decir, que la proporción de carbohidratos o lípidos en la dieta puede modificar crónicamente la oxidación preferencial de estos nutrientes. De acuerdo con lo anterior, entre menor sea la cantidad de calorías ingeridas y menor la proporción de carbohidratos, mayor será la utilización de las grasas en el metabolismo oxidativo.
El control de oxidación de las grasas es complejo y está determinado por multitud de factores nutricionales, antropométricos, metabólico y hormonales. Los niveles de ácidos grasos libres circulantes parecen ser uno de los factores de mayor importancia. Igualmente, se ha demostrado que entre mayores sean los depósitos de grasa corporal mayor la oxidación implica, probablemente puramente los ácidos grasos en el plasma. Éste comportamiento del metabolismo de las grasas es comparable a lo que ocurre con las reservas de glucógeno en la oxidación de los carbohidratos. Con dietas ricas en carbohidratos, el metabolismo energético favorece la oxidación de la glucosa y no de las grasas. La referencia principal en este aspecto, radica la velocidad de almacenamiento y la magnitud de los depósitos de las grasas y los carbohidratos. Mientras que las reservas hepáticas y musculares de carbohidratos en el organismo pueden ser llenadas al máximo en 48 horas y no sobrepasan los 500 g de glucógeno, la reservas de grasa se llenan progresivamente a través de semanas, meses y años y constituyen prácticamente una reserva ilimitada.
Otro aspecto interesante es la existencia de ciclos metabólicos sin «utilidad» bioquímica (hipótesis y síntesis simultánea de triglicéridos en adipocitos o glicólisis y gluconeogénesis a nivel hepático) que consumen energía, mostrando así el balance energético. Sin embargo, hasta el momento no ha sido demostrado la importancia de estos ciclos en el humano.
Por otra parte, han sido identificadas proteínas desacopladoras... tanto a nivel del músculo esquelético como el tejido adiposo, haciendo menos eficiente el metabolismo energético.
Fragmentos extraídos del libro Obesidad: Un Enfoque Integral, escrito por John Duperly

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