domingo, 7 de agosto de 2011

IDEAS BÁSICAS SOBRE EL TIPO DE GRASAS

Hemos hablado de los carbohidratos y, aunque no es la primera vez, hoy nos vamos a referir a las grasas, porque tampoco todas son iguales, algunas son saludables y otras perjudiciales.
Seguimos tomando como referencia el libro ULTRAMETABOLISMO: UN PLAN SENCILLO PARA BAJAR DE PESO.

Las grasas buenas comunican mensajes de salud y pérdida de peso; las grasas malas comunican mensajes insalubres que contribuyen al aumento de peso.
Para comunicar los mensajes, las moléculas de las células grasas se unen a uno receptores especiales en el núcleo de las células llamados PPAR. Los diferentes tipos de grasas interactúan con este receptores de diferente manera. Las grasas buenas, al contrario que las malas, hacen que nuestros genes incrementen el metabolismo, ayudan a quemar grasa y evitan que se produzca una resistencia a la insulina (es una condición donde se desarrolla una tolerancia a la insulina y se produce en exceso, razón por la que se tiende a comer excesos de azúcares y carbohidratos malos). Hay que ser sensible a la insulina, no resistente a ella.
En definitiva, más importante que la cantidad de grasa que ingerimos es el tipo de ella. Una dieta baja en grasa puede que no nos haga perder peso sino consumimos las adecuadas, las buenas, las que estimulan la pérdida de peso.
Las grasas esenciales omega 3 son unas de las grasas buenas y que encontramos en alimentos como el pescado, semillas de linaza y las nueces, que mejoran y amplía nuestro metabolismo y promueven la pérdida de peso.
El pescado es la base fundamental de este tipo de grasa pero, no hace mucho que salió publicado también en medios de comunicación, pescados depredadores grandes como el atún o el pez espada acumulan más cantidad de metales pesados como el mercurio, ambos altamente tóxicos, por lo que nos aconsejan mejor el consumo de pescado silvestre, incluido el salmón, los aparentes, sardinas y anchoas frescas, procurando evitar es que no haya sido criado orgánicamente.
En la dieta mediterránea es indudable el papel fundamental que juega en aceite de oliva y que forma parte del grupo de grasas monosaturadas. El consumo de aceite de oliva reduce la inflamación, incrementa la inmunidad y contiene poderosos antioxidantes llamados fenoles. Reduce la presión arterial y el azúcar en sangre, baja el colesterol y «adelgazar la sangre», se recoge en el libro
Además no cuenta con efectos adversos que se asocian a grasas saturadas, grasas trans o los aceites vegetales poliinsaturados Omega 6.
Algunos ejemplos de alimentos con grasas monosaturadas son, además del aceite de oliva, las avellanas, las almendras, nueces de Brasil, castañas, aguacate, semillas de sésamo y de calabaza.

Pero en este libro también nos aporta una visión algo diferente a la de otros autores. Se nos dice que aunque muchas de las grasas saturadas son malas, dado sus efectos en el colesterol LDL, alguna es buena.
Las glándulas mamarias humanas producen muchas grasas saturadas que son necesarias para el crecimiento y el desarrollo del niño. El cerebro humano está compuesto de grasa en el 60%, incluidas una grasa saturada especial llamada ácido laurico, grasa que se encuentra en la leche materna y que ayuda a incrementar la función inmune y a matar virus y hongos, y grasas omega 3. Estos grasas forman parte de las membranas de las células y se utilizan como fuente principal de energía para las células del corazón.
Debemos reducir las fuentes de grasa procedente de carne, cerdo, Cordero... y aunque el consumo debe ser mínimo, no superior al 5% del total de calorías, nos aconsejan el consumo de fuentes altas en ácido laurico como son los productos derivados del coco.

En pequeñas dosis, necesitamos un grasas poliinsaturadas sin refinar omega 6, que podemos encontrar en él la aceite de semilla de uva, aceite de girasol, aceite de sésamo o ajonjolí... el problema es que la mayoría de productos que podemos conseguir por ejemplo bajo la denominación de aceites vegetales, maíz, soja... son refinados y no favorables.

Un error de percepción común es que los huevos contienen mucha grasa saturada. El huevo promedio sólo tiene 2 g y los nuevos huevos Omega 3 tienen menor cantidad. Los huevos contienen colesterol, sin embargo, la cantidad de colesterol en los alimentos están mínima que no tiene efectos significativos en su colesterol sanguíneo. Los huevos son una buena fuente de proteína sino somos alérgicos. Otro ejemplo, los mariscos también tienen colesterol pero mínima grasa saturada.
COMER COLESTEROL NO LE INCREMENTA EL COLESTEROL, el colesterol en la sangre se crea a partir de grasas saturadas y azúcares o carbohidratos refinados.

Entre las grasas más peligrosas nos encontramos las elaboradas por el hombre: son las falsas "grasas trans" o grasas parcialmente hidrogenadas.
Estos grasas se obtienen cuando se añade hidrógeno al aceite vegetal para convertirlo en una grasa más sólida y la encontramos en la manteca vegetal, algunas margarinas, dulces, alimentos fritos, alimentos horneados, alimentos en paquetes, aderezos de ensalada y otros elementos procesados.
Según se recoge en el libro, son tóxicos, bloquean el metabolismo, hacen aumentar de peso y también aumentan el riesgo de diabetes, enfermedad coronaria y cáncer.
Se encuentran en casi todos los alimentos procesados u horneados porque nunca se dañan, no se vuelven rancias como la mantequilla o el aceite vegetal normal. Deberíamos no consumirlos.


Tomamos como fuente el libro ULTRAMETABOLISMO/ULTRAMETABOLISM: UN PLAN SENCILLO PARA BAJAR DE PESO AUTOMÁTICAMENTE escrito por Mark Hyman, Maria Candelaria Posada

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