lunes, 25 de julio de 2011

ALGUNAS IDEAS SOBRE LA OBSESIÓN DE COMER

Nacemos sabiendo comer. Sentimos hambre, lloramos y nos alimentan. Mediante infinitas secuencias de sentir hambre y recibir alimento, tomamos contacto con el mundo y aprendemos que este satisface nuestras necesidades con seguridad. Muy pronto en la vida, la alimentación y la calma están indisolublemente ligadas.
[...] Los consumidores por ansiedad utiliza la comida más como una medicina o un socorro que como un elemento nutritivo.
[...] La curación del hábito de comer compulsivamente requiere ubicar el alimento donde corresponde, proceso que denominamos «exigir la alimentación de adultos».

Nuestro plan para curar el hábito de comer por ansiedad consta de tres partes. La fase 1 se llama "liberación".
Debemos abandonar el síndrome del «si pudiera», eso significa aceptar nuestro cuerpo en su condición actual y vivir como si nunca fuéramos a perder un solo kilo.
No es la resignación lo que se recomienda, no sugieren que aprendamos a vivir la vida cualquiera que sea nuestro peso... la aceptación de su peso actual como el primer paso hacia lograr un cambio real y duradero.
La aceptación no implica un autoengaño. Supone llegar a un acuerdo sobre las cosas como son. Cuando ustedes se acepta, simplemente dice: así soy ahora. Ignoro lo que me deparará el futuro. Sé que si quiero cambiar, primero tengo que sentirme tan cómodo como me sea posible con mi estado actual.
La fase dos se llama "alimentación consciente", en la que descubriremos cuándo y qué y cuánta comida requiere nuestro organismo. Señala las diferencias entre hambre fisiológica y psicológica y enseñar a evolucionar gradualmente hacia la alimentación a requerimiento del organismo. La tercera se conoce como "encuentro consigo mismo", nos muestra cómo utilizar la señal de lo que denominamos hambre de boca, para comprender nuestra vida emocional.

Aunque las dietas pueden ser necesarias, no son inocuas. Una dieta constituye un paso serio, porque lo que no se comprende fácilmente es que todo régimen está arraigado en sentimientos negativos acerca de si mismo, sentimientos que van desde la desaprobación al desagrado, al disgusto, al desprecio, al odio a sí mismo. La dieta inspira los excesos. Los excesos dan por resultado sentimientos aún más negativo sobre sí mismos, y el ciclo recomienza...
[...] la mayoría de los que rebajan de peso con una dieta lo recuperan con creces en menos tiempo del que les llevó perderlo. En una palabra, después de las privaciones de la dieta, caen en los excesos... A mayores restricciones de la dieta, mayores los excesos que la siguen.
Cada vez que usted exhibe un régimen, su metabolismo se hace más lento, con el propósito de almacenar grasa. Cuanto más tiempo continúa con su régimen, más lentamente funcionará su metabolismo, y con cada dieta se hace más difícil, si no imposible, perder peso.
... descubrió que el movimiento de vaivén de las dietas incrementa la actividad de una enzima que favorece la acumulación de grasa. Los ciclos de abandono de recomienza de dietas aumentan, en forma demostrable, la gordura del cuerpo.
[...] Cuando usted restringe el alimento porque les agrada su propio aspecto en el fondo se está castigando. Se dice que está comiendo demasiado, que se está portando mal, que debe controlarse. La dieta es el castigo por su comportamiento "fuera de control".
Los regímenes son, fundamentalmente, confinamientos muy similares a una prisión en los que siguen las dietas,, los prisioneros, cuentas el tiempo que les falta para ser libres. Todos los prisioneros tienen en común una fantasía: la rebeldía. Independientemente de la voluntad con la que ha ingresado los límites de la dieta, el que la sigue, al cabo de cierto tiempo, reciente malhumorado y comienza a pensar cómo desligarse de ella.
[...] todos los que han tenido éxito con una dieta descubren que después del regocijo inicial para mantener la línea, la vida sigue estando llena de problemas aunque se haya adelgazado. Este descubrimiento, unido a las privaciones que impone la dieta, es un incentivo adicional para llegar a los excesos que hacen perder todo lo ganado.



Texto recogido en el libro LA OBSESIÓN DE COMER, escrito por Jane R. Hirschmann y Carol H. Munter.

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