martes, 21 de agosto de 2012

LA ENERGÍA DEL CUERPO (SEGUNDA PARTE)


De las reservas totales de energía en un adulto típico que se alimenta bien, 78% se encuentran concentradas en la grasa corporal y 21% en proteínas.

La mayoría de las grasas se almacenan en el cuerpo como triglicéridos, las cuales tienen tres colas de ácidos grasos. Los triglicéridos se acumulan en las células grasas del tejido adiposo que se forma en los glúteos y otros sitios estratégicos bajo la piel.
Cuando el nivel de glucosa en sangre disminuye, se recurre a los triglicéridos como alternativa energética. Las enzimas de las células grasas rompen los enlaces entre el glicerol y los ácidos grasos, los cuales entraron a la sangre. Las enzimas hepáticas transforman el glicerol a PGAL, un intermediario de la glucólisis. Casi todas las células captan estos ácidos grasos en circulación. Las enzimas escinden la cadena principal de los ácidos grasos y los fragmentos en forman en acetil-CoA, que puede entrar al ciclo de Krebs.
En comparación con la glucosa, una cola de ácido graso tiene muchos más átomos de hidrógeno enlazados con el carbono, de modo que rinde mucho más ATP. Entre alimentos o durante el ejercicio sostenido, las conversiones de ácidos grasos suministran cerca de la mitad de ATP que requieren las células musculares hepáticas y renales.
Cuando se excede la capacidad de almacenamiento del glucógeno del hígado y las células musculares, el exceso se transforma en grasa.
El consumo excesivo de glucosa produce grasa en último término. Cuando los niveles de insulina permanecen altos, se le indica al cuerpo que almacene grasa y no la emplee con energía.

Cuando uno consume más proteínas de las que el cuerpo requiere para crecer y mantenerse, las células no las almacenan. Las enzimas divide las proteínas de las dietas en aminoácidos y después retiran el grupo amino de cada unidad y se forma amoníaco (NH3).
Las cadenas de los carbono restantes pueden transformarse en grasas o carbohidratos o quizás entren al ciclo de Krebs, donde las coenzimas recogen el hidrógeno y los electrones retirados de los átomos de carbono. El amoníaco que se forma experimenta ciertas transformaciones hasta dar lugar a la urea. Éste producto de desecho nitrogenado puede ser tóxicos y se acumula en concentraciones muy altas. Por lo regular, el cuerpo excreta la urea a través de la orina.

El mantenimiento y acceso a las reservas energéticas del organismo es un asunto complicado. Los controles hormonales respecto a la disposición de glucosa son especiales únicamente porque la glucosa es el combustible de elección para un órgano muy importante: el cerebro. Sin embargo, el suministro de energía a las células, órganos sistemas del cuerpo comienza con el tipo y las proporciones de alimento que la persona ingiere.

Fuente bibliográfica: Biología: La unidad y diversidad de la vida, Escrito por Cecie Starr,Ralph Taggart

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